viernes, 1 de junio de 2018

Última nota

Estoy cansada de ti. 
No escribiré con mayores preámbulos ni adornaré mis palabras con adjetivos amorosos. No porque ya no te quiera, sino porque estoy cansada de ti y de ser amable contigo. Tú no eres amable conmigo al ignorarme como lo haces. 
Estoy cansada de creer qué hay una buena razón para que no me llames, a pesar de que sabes que pronto me iré de aquí. Estoy cansada, sobretodo, de que te alejes siempre sin tener por lo menos la gentileza de despedirte. 
Está es la tercera vez que, sin decirme nada, simplemente te alejas y pareces tener tiempo para todo menos para mí. 
Te agradezco todos estos años de amistad y buenas intenciones, te deseo todas las dichas posibles. 
Y te pido, por favor, no vuelvas a buscarme. 
Tal vez tú ex te rompió el corazón a ti, pero ahora tú me lo has roto a mi. Supongo que estás a mano con el universo. 
Y tampoco lo sientas tanto, con estas palabras quiero cerrar el ciclo y al hacerlo me siento mucho mejor.
Se siente bien decirlo. No vuelvas. Sé feliz. 

sábado, 6 de septiembre de 2014

Bandera blanca, existo en son de paz.



Hoy te escribo directamente a ti, sin fingir que estas son sólo un montón de letras que salen de la nada. Te escribo a ti: me sigues haciendo falta.

Lo hago por que aún conservo la esperanza vaga de que te pasees por estos rumbos de vez en cuando, aunque sea por morbo.

No puedo escribirte de otro modo que no sea con la vista nublada, los labios abiertos para poder respirar y la idea de que me vas a leer.

Siempre te quise así, desde el principio, desde que te vi de pie frente a mi y me perdí en tus colores, tus aromas, tus contrastes.

Un día eras como un cazador y me perseguías en cada sombra de mi ser y al día siguiente; cuando estaba lista para que abrieras la boca y de un mordisco pudieras matarme, eras tan sólo un niño desilusionado que había abierto los regalos de navidad en noche buena y que había descubierto los calcetines y las bufandas que no quería.

Un día eras fuego y me quemabas, y tenía que aprender a lidiar con tus brasas; y otro día eras hielo, y llorabas sin lágrimas, tras una sonrisa de rutina.
Y yo amé todo eso, cómo pocas cosas.

Amé la noche que me recitaste tu historia triste, tu boca dulce cuando nos dimos nuestro primer beso, cuando me regalaste una rosa roja, y te dije que esa era el detalle más común que cualquiera tenía con cualquiera; y luego te mordí los labios durante la luz verde del semáforo y supe que tú eras todo, menos cualquiera.

Amaba nuestras reconciliaciones, tú forma tan exacta de llevarme a mi límite, hubiera perdido lo que queda de cordura por ti ¿sabes? 

¿Recuerdas cuando nos quedamos dormidos frente a mi casa, sobre tu carro? Cuando desperté estaba helada y era casi la media noche, lo único tibio que tocaba mi piel, era tu mano amarrada a la mía.

Desde aquel siete de septiembre que entraste a mi vida, eso eras para mi. Una mano tibia. Pude haber estado una eternidad en ese invierno, en tanto no me faltara eso.

Luego decías que yo te quería demasiado, y que eso te hacía sentir mal por no poder corresponderlo del mismo modo. Hoy quiero escribirte que, desde que no estás, he permanecido enamorada de tu fantasma, y cada día te quiero más y más; y quisiera odiarte por hacerme a un lado tan fácil, y quisiera desterrarte de mis recuerdos y sentarme en la banqueta a tocar la realidad con los dedos; pero sólo me pregunto cual es el límite de todo esto.

Me juré que estaría mejor sin ti, cómo nunca, y sólo he empeorado las cosas, porque me siento triste y confundida, por que me haces falta tú, porque no estoy pensando de una manera adecuada y cometo error tras error.

¿Cómo te lo digo? que de las cosas que más disfruto hacer, está la de juntar letras, formar palabras, hacer oraciones y dejar que hablen solas. Luego algunas personas las leen y me dicen que son un asco, y otras me dicen que les encantan.

Sinceramente es algo que no me importa demasiado. Pero.. ¿cómo te digo? que siento que nací para hacer esto, y sin embargo, si pudiera con mis palabras convencerte de que estuvieras conmigo, seguramente las escribiría en la pared de la escuela que está frente a tu casa, sin importar que luego no fuera capaz de volver a escribir nada más.

Pienso esto mientras abrazo la almohada, e intento recordar la sensación de abrazarte y poder abarcar tu perímetro, como se sentía meter mis índices en tus jeans y luego atraerte a mí. Pienso en esto mientras veo como se ha extinguido todo, y sólo quedan recuerdos de lo que ha sido el peor error de todos, enamorarme de ti.

Yo nunca fui para ti, soy como de otro planeta, uno donde las cosas no son tan simples ni tan mesuradas, y se te puede caer el cielo en miles de emociones. Y sin embargo, estoy convencida que fui diseñada para quererte, porque aún lo hago, y aún quiero mensajearte y decirte "Te extraño" para que tu respondas "Saludos" y yo sienta que el corazón me duele menos porque aún existes en el mundo.

Entonces, hoy, hoy quiero escribirte de nuevo "Te extraño, sacrificaría grandes cosas por tenerte conmigo, ya si no como pareja, como amigos, nadie llena este vacío, confío en que leas esto y sepas que estoy muy mal y que te necesito. Confío en que me quieras, aunque sea un poquito. Sé que todo está perdido, especialmente de este lado del andén, y sin embargo, creo que soy capaz de esperarte cada una de mis noches, hasta que muera, e incluso entonces te esperaré, aunque no vengas".


miércoles, 6 de agosto de 2014

Hoy quiero ser feliz

Claro que aún pienso en ti, aún te lloro todas las noches, sin falta.
Todo es fabuloso desde que te fuiste, como si fuera un consuelo del destino, la suerte me sonríe.
Pero como no me sonríes tú, el mundo gira de manera incompleta, y es como un autobús de pasajeros que sigue el camino con los asientos llenos, pero sin ti.
Cuando te fuiste quería morirme, pero me di cuenta que todos lo haremos algún día y lo hacemos siempre sin poder evitarlo.
Me revelo contra mi impulso, e intento disfrutar el viaje, a pesar de todo.
Intento disfrutar a los amigos, la música, el trabajo, mis letras, el tabaco, la bebida, los encuentros casuales, las tardes rosas, las parrandas, y en general cualquier cosa que me mantenga lejos de la melancolía.
Hoy quiero ser feliz, hoy quiero ser radiante, hoy quiero tocar las cosas que no podré tocar estando tres metros bajo el suelo.
Aún te extraño, y nada significa nada por que no me quieres más, pero ya tendré tiempo para morir en paz y dedicarte mi último pensamiento, y repetirme que te extraño y que aún te espero.
Aún te quiero.
¿de verdad no piensas siquiera un poco en mí?

martes, 15 de julio de 2014

Silogismo encabronado

Dicen que disque soy más cabrona que bonita, que no me debería de andar con mamadas y debería de mejorar tantas y tantas cosas que hay en esta casa que está en ruinas.
Dicen que disque las mujeres debemos de ser cabronas, y algunas atrevidas aseguran que debemos de tratar a los hombres como los pendejos que disque son, que yo la verdad ya no creo que sean pendejos, si acaso se hacen, los culeros, porque saben que igual seremos muy cabronas pero igual siempre los queremos.
Dicen que disque las cabronas no se apendejan por cualquier cosa y van por la vida sabiendo lo que valen y sabiendo que valen mucho.
Y sí, soy una cabrona, que hace no lo que quiere, sino lo que puede, nada más por el pinche puto placer de hacerlo.
Qué habla a gritos y manda a la verga lo que no quiere, así de sencillo. Qué no rodea las cosas, que te dice lo que piensa al chile, y si te gusta ¡Qué al pedo! y si no, te manda a la chingada.
Soy una cabrona, es cierto, y siendo así no cualquier pendejada hace que pierda los estribos.
Lo cierto es que la vida misma está llena de mamadas que a veces no son fáciles de soportar, y soy tan cabrona que me río de esas mamadas y digo ¡Vales verga, pendejo! ¡Te pones a tono, o no te pones, putito!

Pero díganme ¿De quién se puede enamorar una cabrona, sino es de un cabrón?

jueves, 10 de julio de 2014

A quien corresponda

Empecé mal… empecé mal desde antes, mucho antes de que todo esto pasara.
Yo debí de haber sido el amor de tu vida, tú debiste haber sido el primer hombre al que yo amara con tantas fuerzas que al mirarte sintiera mi corazón brincando de felicidad.
Tú debiste ser el primero que me hiciera sentir una princesa, que con tan sólo mirarme me hiciera sentir la mujer más bonita y bella del mundo.
Tú debías llenar mis horas, besar esas partes de mi alma que nadie más podía besar, que te correspondía a ti; porque tu eras el referente a todo lo que precedía y tenías la obligación de prepararme, de enseñarme a quererme, como ningún hombre lo hará nunca.
Tú debías indicarme que todos son unos pendejos, que no necesitaba a nadie a más que a mí.
¡Es que era tu maldita obligación!
Tú tenías que aparecer antes que nadie, y soportar mi locura. Tú tenías que sentirte orgulloso de mí, y tenías que mostrarme que puedo comerme al mundo si yo quiero.
Yo tenía que tomar primero tu mano, y la de nadie más, y caminar así. Tú deberías de ser el hombre de mi vida, y no uno al que apenas y conozco.
Y ahora me dices que te vas, pues bueno, vete, tú debías aparecer desde un principio y no a estas alturas.
Y no porque no fueras el primero, significa que haya dejado de amarte; no porque no seas ni mi héroe, ni mi príncipe azul, significa que no te extrañe o que no te ame con todas las fuerzas de mí ser.
Sólo quería decirlo, admitirlo, que tú tenías que estar ahí, que tú tenías que ayudarme a crecer con el corazón sano y no roto.

¿Qué no te has fijado que los padres son como los Dioses en las mentes de los hijos?

domingo, 6 de julio de 2014

Peor que la friendzone.

Éramos buenos amigos, quizá es lo que más extraño. Tener un cómplice, alguien con quien valiera la pena cerrar la puerta, cambiar de dirección en el coche, dejar que el mundo siguiera y encerrarse sin razón aparente.

Éramos buenos amigos, extraño esos secretos, esas cosas de las que hablábamos, que hacían referencia a cosas que sólo tu y yo sabíamos; como un lenguaje alternativo que nada más tu y yo conocíamos.

Era bueno sentir como el alma me regresaba al cuerpo cuando te abrazaba, sin decir una palabra, mi sangre recobraba fuerza y volvía sentir que todo marchaba bien.

Me gustaba cuando decías "Esto nunca lo he hecho con nadie" "Yo no hago esto por nadie"; me hacía sentir especial, me hiciste sentir especial; aunque al final no lo fuera.

Quizá es lo que más extraño, sentirme especial para ti. Éramos buenos amigos, y sin importar a donde fuera, estaba perfecto si iba contigo. Los videojuegos, la comida chatarra, tus amigos que luego se hicieron míos. Extraño eso.

Éramos buenos amigos, y nada más importaba más que los viernes que llegabas a mí, que me hablabas de esa forma rara para hacerme reir y quedar mal con mis vecinos. Las galletas con leche sabían bien sólo contigo. Detesto las galletas y detesto la leche.

Podía hablar sin parar después de un día atareado, y mientras manejabas tu me decías: "Continúa, no te estoy ignorando, me gusta escucharte", y nos peleábamos por saber quien pondría su música, y casi siempre ganaba yo.

Éramos buenos amigos, y por eso bailaba contigo, aún y cuando hicieras esos gestos raros burlándote de todos, me daba un poco de verguenza, pero me daba más risa, y me reía contigo. Yo tampoco sabía bailar, sólo lo hice contigo.

Por esa complicidad entre los dos, te permití que cruzaras límites que ni yo sabía que existían, yo confiaba en ti, por qué éramos buenos amigos.

Extraño poder confiar en alguien, poder seguir a alguien, te extraño a ti y a todo el universo que nos rodeaba cuando nos tomábamos de las manos.


Éramos buenos amigos, quizá tu necesitabas algo más, lo siento, te di todo lo que quedaba.

Desafortunadamente insomne.

Ella es nocturna, trasnochera, insomne; y se me posa en la nariz cada vez que siento que él no está.
Es como si tuviera un sexto sentido para adivinar el momento justo en el que no debería aparecer, y entonces camina, sigilosa, se me posa en la punta de la nariz, y me la espanto con las manos.
Hay algo de belleza en eso, por alguna razón las personas la encuentran hermosa.
Alguna vez lloré en sus brazos, mientras sentía su frío corazón palpitando en mis oídos; desde entonces debí de haber entendido ciertas cosas, porque ella nos miraba a los dos, melancólica, sin decir nada.
Alguna vez le dije a él que su estancia en mi vida había sido como sacarme la lotería; lo sentí muchas veces así, cuando el sol brillaba en sus ojos verdes sentía que no podía ser mas afortunada. Y bueno, ahora que he perdido el boleto, ya no me siento con la misma suerte.
Ahora somos sólo yo y ella, escribiendo, cantando, maldiciendo, viendo la muerte de los días y las parejas felices infestando el verano.
A veces creo que ella lo extraña más que yo, no es fácil soportarme por tiempos prolongados.
Yo lo extraño a él, y sueño con el momento en que vuelva a escuchar su voz diciendo mi nombre. Cuando eso pase, mis tímpanos harán una fiesta tan ruidosa que los relampagos de la tormenta apenas y serán percibidos.
"Karen...Karen"...me susurra el recuerdo, ¿o será ella la que me está llamando para irme a dormir?